jueves, 9 de junio de 2016

Rareza de una semilla sin tierra.

Rareza de sentirse uno descansar
sobre su misma espalda montañosa.
Será por eso que llama como un aullido de lobo
el escarpe, el sendero y la propia maleza,
el recodo y el requiebro lejos de un mundo con asma,
el risco, la rama y el eco de una voz rasgada.

Rareza de sentirse uno respirar sin aire
rareza de saberse alguien semilla en el aire
apuntando a las nubes, sin padre ni madre,
carente de más sustancia que futuro sin tiempo,
vaivén, canción de cuna en lo alto,
compás -consentido y siseante- del viento.

Es raro buscar entre horas solas
el sonido sin sentido de una tierra sorda,
vacía de memoria y encharcada de miedo;
buscar en las montañas
lo que no deja de sentirse en el pecho.

















En el tocadiscos:
St. Germain  -  Rose Rouge

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